miércoles, 7 de marzo de 2012

Cuando confundimos actividad con productividad

No voy a ser el primero ni el último en hablar de los defectos de nuestro modelo productivo en lo que se refiere a nuestros extensos horarios y comidas maratonianas, de la que ya se ha hablado largo y tendido, pero hoy he leído un artículo en el Pais  sobre la integridad de uno mismo para el buen desarrollo de las personas donde he encontrado una frase que resume perfectamente uno de los problemas más graves de de nuestra sociedad  en lo que se refiere a nuestro comportamiento laboral: "A veces confundimos actividad con productividad".

Uno de los primeros temas sencillos pero de los que se saca mucho jugo en los acompañamientos que hacemos a los directivos es la gestión del tiempo mediante la priorización de las tareas. Es lo que llamamos discernir entre el universo de lo importante y lo urgente, y decidir en qué universo queremos desarrollar nuestra actividad.

En este artículo nos habla de dos aspectos claves que me he ido encontrado en mi experiencia laboral y que me ha gustado como los tratan :

- la mediocridad laboral y personal, un elemento muy extenso en la sociedad y que es lógico si nos ceñimos a su primer acepción en el diccionario ( "de calidad media") pero desalentador si nos ceñimos a la segunda acepción ("de mala calidad") o a la tercera ("que no tiene capacidad para la actividad que realiza"), dice en el artículo que es propio de la gente que sólo decir que sí y nunca sabe decir que no. Se tarta normalmente de personas con poca planificación e incapaces de dar un sentido útil a lo que hacen

- La importancia de dedicar algún tiempo en planificar, es básica para un buen porvenir en tu vida, pues nos comenta la cantidad de parejas de novios que utilizan más tiempo para organizar su boda,  que su propia vida.

Ambos son dos defectos que se dan en muchas empresas y que es necesario "parar un momento para reflexionar" y decidir no sólo qué quiero hacer con mi empresa, sino hacia dónde quiero ir y cómo debo hacerlo.

A esto lo llamamos estrategia, y procuramos siempre que cuando nos planteemos abordarla no sea cuando ya tenemos el agua al cuello como nos comentan en el artículo.

La cuestión, y lo que está de moda, es que cada uno de nosotros decidimos qué somos y qué queremos hacer con lo que tenemos, y por tanto depende de nosotros el camino que tomemos.

Dejo el artículo que es más que recomendable

-------------- Inicio del artículo ------------------------

Comencemos con las palabras de Gandhi, un experto en el arte de decir no: “Un 'no' pronunciado desde la convicción más profunda es mejor que un 'sí' pronunciado para agradar o, peor todavía, para ahorrar problemas”, dijo el pensador y político indio.
La cita nos sumerge de lleno en el primer problema: ¿cuál es tu convicción más profunda? Quien no lo tenga muy claro –la inmensa mayoría, en opinión de los expertos citados más adelante– más pronto o más tarde se verá envuelto en un mar de “síes” pegajosos como la resina.
“La mayoría de la gente dedica más tiempo a planificar dónde va un fin de semana que a planear el resto de su vida”, señala Javier Rivero-Díaz, profesor en Instituto de Empresa y asesor de empresarios. “Cuando uno no se ha planteado qué quiere, ni hacia dónde quiere ir, cualquier propuesta suena bien, y es más fácil decir sí”, advierte. Rivero-Díaz pone este ejemplo ilustrativo: muchas parejas emplean varios meses en planificar su boda, que solo dura unas horas, cuando apenas dedicaron unos minutos a planificar la vida juntos.
El precio que pagamos por esta ignorancia es elevado, a todos los niveles. Comenzando por la productividad. “Una de las claves para ser mediocre es decir que sí a todo”, señala Berto Pena, escritor experto en productividad. “Intenta contentar a todos y llegar a todo, y te quedarás por el camino”, señala. “Hacer más cosas te transmite una euforia productiva, pero la calidad de tu trabajo va a menos. El puzle tiene un número limitado de piezas”.
Gandhi no dice nada al respecto, pero en estos momentos y en este país al “agradar” y “ahorrar problemas” de la cita de más arriba quizá deberíamos añadir los famosos “por si acaso”, una auténtica epidemia. En opinión de Pena, esto es algo que define a las personas temerosas o inseguras. “Arriesgar es decir no”, señala. Aunque sea comprensible que en un panorama tan plomizo como el de hoy el miedo incite a la gente a decir que sí a todo, Pena cree que la solución pasa precisamente por lo contrario. Esto es, “concentrarse en menos cosas y convertirse en extraordinario o imprescindible”.
No saber decir no es uno de los principales ladrones de tiempo. Pero no únicamente del tiempo de trabajo; principalmente de tiempo vital, porque corres el peligro de que te empuje a vivir la vida de otros en lugar de la tuya.
El psicólogo Iago Corsanego señala que, cuando no tenemos conciencia de qué es lo que queremos hacer con nuestra vida, el peligro de la inercia nos dirige. “Esto te lleva a modos de vida diferentes de los que te apetecían”. Algo muy relacionado con la baja autoestima. “Cuando tengo miedo de que me rechacen, trago con todo”. Por el contrario, si uno se valora, si tiene claro quién es, en una relación profesional o emocional sabrá hasta dónde quiere llegar. El miedo es el gran enemigo de la capacidad de decir no. Porque con miedo no se escoge: se abarca todo. Y, después, el estrés pasa factura.
“Decir no, de forma sopesada, quizá sea la capacidad más minusvalorada de nuestros tiempos. En un mundo de incesantes demandas y opciones infinitas, es fundamental establecer las prioridades que dan más valor”, señala Tony Schwartz en un artículo titulado No es el nuevo sí. Schwartz cree que a menudo se confunde actividad con productividad, y constantemente nos preguntamos “¿qué es lo siguiente?” en lugar de “¿por qué estoy haciendo esto?”
Si eres prisionero de lo urgente, lo prioritario es hacer una pausa. “Sólo cuando hacemos una pausa, cuando nos separamos de lo urgente, nos damos espacio para reflexionar, metabolizar, evaluar y comprender lo que hemos experimentado”, indica el escritor, experto en cambios en la dinámica del trabajo.
En su consulta, Corsanego recomienda a sus pacientes que pongan por escrito dos horarios: uno con las actividades que hacen en el momento y otro con las que necesitan o desean hacer. Después, les pide que puntúen estas actividades de 0 a 10, y en base a estas puntuaciones rehagan su agenda. Esto obliga a reflexionar sobre la estructura de tu vida y, quizá, descubrir inconsistencias como esta: “Los padres dan más prioridad a cosas como tener la casa recogida que a la atención de los hijos. Y luego vienen los problemas”, señala Corsanego. “A menudo la gente descubre que las cosas que juzgan como menos importantes ocupan un gran lugar en su vida”.
Todo esto nos lleva al famoso aforismo griego, la fuente de donde fluye todo lo demás: conócete a ti mismo. Y, siendo más prosaicos, al comienzo del artículo. Cuanto más poderoso sea el no, más fuerte será el sí. La literatura de autoayuda insiste machaconamente en la importancia de decir sí a perseguir tus sueños, pero no tanto en la necesidad de decir no a lo que no encaja en tu visión.
Natalia Martín Cantero es periodista. Si quieres ponerte en contacto con ella escribe a natalia@vidasencilla.es

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